El verano es el tiempo para disfrutar de las fiestas en: piscinas, paseos, familia, asados, aventuras, vacaciones, etc. Se supone que sea un tiempo de relajación y diversión. El verano para los individuos que experimentan ansiedad, puede representar un incremento en sus síntomas y un tiempo en el año para tolerar en vez de disfrutar.
La ansiedad es definida por la Asociación Estadounidense de Psicología como: “una emoción caracterizada por sentimientos de tensión, preocupación y cambios físicos tales como incremento en la presión arterial.”
El proceso al analizarse, puede ser descrito como un disco tocando en una vitrola una y otra vez y que cada vez que se atora se repite la “melodía” como un disco rayado, aumenta su volúmen según la cantidad de veces que se repita ésta. El proceso mental puede no ser suficiente para manejar cambios físicos que se manifiestan como: mareos, cansancio, latidos fuertes, rápidos o irregulares, dolores musculares, tensión, temblores, boca seca, aumento en la sudoración y dificultad para respirar. No debe descartarse la posibilidad de experimentar un ataque de ansiedad que llegue sin anunciarse de la nada y que golpea a la persona como un ladrillo golpearía intensamente una pared, causando que el individuo experimente un incremento en sus niveles de estrés, el que hay que sobrellevar y tratar de sobrevivir de uno a la vez, sin la posibilidad de anticipar su aparición.
La ansiedad es algo que la mayoría de las personas sufren ocasionalmente.
Muchos experimentan un sentimiento de preocupación sobre personas o circunstancias que pueden durar poco con un impacto mínimo en el diario vivir, sin embargo, para otros individuos, la ansiedad es una constante que hace que la realización de las tareas más pequeñas parezca imposible. Los síntomas de la ansiedad pueden ser provocados por hábitos tales como: ingerir cafeína, no cuidarse, insomnio, estrés, problemas económicos, situaciones sociales, ambiente laboral conflictivo u hostil, un medioambiente desorganizado e incluso sonidos fuertes y perturbadores entre otros.
Manejar altos niveles de ansiedad puede convertirse en algo normal para las personas que han vivido con esto por largo tiempo. Las buenas noticias son que no tienes que vivir de esa forma, porque hay varias maneras que ayudan a reducir los efectos de la ansiedad tales como: llevar un diario, hacer afirmaciones, tener una rutina, respirar hondo, practicar yoga, ejercitarse, etc. Un individuo puede aprender a sobrellevar y efectivamente manejar los síntomas de ansiedad con opciones de tratamiento que incluyen el uso supervisado de medicamentos, la participación en terapias individuales o de grupos o bajo la supervisión de personal calificado que le enseñe a identificar y controlar las situaciones que provocan o aumentan sus síntomas.
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